La lucha contra la contaminación debe ser un objetivo común, debemos trabajar juntos y unidos para mitigar y tratar de evitar los efectos y consecuencias nocivas, tanto para el medio ambiente como para las personas. Desde las Administraciones Públicas tenemos que trabajar para prevenir, reducir y acabar con la contaminación, en nuestro caso, más aún con la contaminación del aire.

En el Ayuntamiento de Valladolid, el Equipo de Gobierno aprobó el 1 de febrero de 2017, es decir hace algo más de un año, un Plan de Acción por la contaminación del aire, que establece una serie de situaciones en función de los niveles de distintas sustancias contaminantes. En concreto, contempla tres niveles: prevención, aviso y alerta, y en cada una de ellas, se recogen distintos modos de actuar, desde la simple información a los vecinos, pasando por la promoción del transporte público, hasta llegar a las restricciones del tráfico. Hasta aquí en principio todo parecía normal.

Una de esas medidas que se contempla es el transporte público. Sin duda hay que promoverlo, pero también hay que tener en cuenta que hay familias que lo tienen difícil, con niños, familiares mayores, o porque viven lejos del centro de la ciudad y necesitan usar su vehículo privado, o resulta que no viven tan lejos pero las conexiones de autobús desde sus barrios no se adaptan a sus horarios laborales. Si pides a tus vecinos que usen el transporte público, lo que debe hacer el Ayuntamiento, es dar ejemplo y ponerles las máximas facilidades posibles para que puedan utilizarlo, algo que tristemente no parece haber sucedido con la nueva redistribución de líneas de AUVASA del Concejal de Movilidad que, con carácter general, lejos de ayudar, ha generado bastantes reclamaciones en ciertas zonas de la ciudad.

Por otro lado, la medida que más controversia genera es la del corte del centro al tráfico, más cuando el Equipo de Gobierno parece que lo usa para asustar, como medida absolutamente disuasoria y no de resolución del problema, pues todo ello trae consecuencias graves para el centro, sus comercios, sus locales de hostelería e incluso sus vecinos cuando quieren salir con sus coches privados para trasladarse a otras zonas de la ciudad. En cuanto suben los niveles de alguna sustancia contaminante y se llega al nivel más básico de alerta, el Equipo de Gobierno suele adelantarse, salir corriendo a los medios y “avisar” de que en caso de seguir en la misma situación… “habrá que cerrar el centro al tráfico”. Curioso, parece que es la única medida que contempla el Plan.

¿Es necesario de veras hacer eso? No. ¿Es adecuado actuar con ese nivel de alarmismo? No. Lo único que consiguen con esos avisos es, entre otras cosas, poner de mal humor a la cantidad de trabajadores que necesitan ir al centro a trabajar con su coche, ya sea para trasladarse o ya sea, aun peor, porque es uno de sus medios de trabajo y no pueden renunciar a él; pero también consiguen otra cosa, incrementar la clientela de los centros comerciales de otros municipios.

Pero lo peor de todo y lo que ya me parece tremendo es, cuando sin cumplirse las premisas que exige el Plan, cuando sin cumplirse las condiciones y niveles de contaminación, van y cierran el tráfico. Desde Ciudadanos Valladolid hemos elaborado un estudio que pone de manifiesto que ha habido varias situaciones en las que o no se han cumplido los niveles de contaminación o se han cumplido en la zona de Covaresa y el Equipo de Gobierno ha cerrado el tráfico en el centro. A mí me parece un asunto serio y que hay que tener en cuenta.

El hecho de anunciar que viene el lobo, sobre todo cuando no existe tal, trae serias consecuencias para la ciudad. El día que el lobo venga de verdad, quizá el Equipo de Gobierno haya perdido credibilidad y sea seria la situación. Además, hemos observado que el hecho de cerrar el centro al tráfico no ha sido eficaz y no ha valido para el fin que, en un principio, parecía perseguir.

El Equipo de Gobierno debe ser eficaz en la lucha contra la contaminación; cualquier medida no vale y menos cualquier medida a cualquier precio. La ideología no puede estar por encima de los datos y la realidad. Luchar contra la contaminación sí, pero con medidas eficaces, lógicas y responsables.