San Pedro Regalado fue un monje franciscano que vivió durante el S. XV y tras realizar durante toda su vida acciones caritativas a los pobres, fue canonizado por el Papa Benedicto XIV. Nació en la calle de la Platería en el año 1390 y fue bautizado en la iglesia de El Salvador de la capital del Pisuerga.
Desde bien pequeño ya mostraba devoción religiosa ya que se le veía junto con su madre, doña María de Costanilla, camino del convento de San Francisco (que se ubicaba en la actual Plaza Mayor). Allí, estaba siempre dispuesto a colaborar durante las misas.
Con la llegada de Francisco Pedro Villacreces, maestro en Teología, ocurrió algo que cambiaría su vida para siempre. Este hombre vino buscando seguidores para reforzar la Órden Franciscana en Castilla y Pedro no dudó ni un momento. Ambos partieron hacia la Aguilera, a un paso de Aranda de Duero.
En el año 1412 pudo oficiar su primera misa y predicó, a partir de ahí, la palabra de Dios por numerosos lugares. Se llegó a decir que realizaba milagros de bilocación (testigos de la época aseguraron verlo en dos lugares al mismo tiempo). Además, se dice que realizó un viaje de ochenta kilómetros desde el convento de El Abrojo (cerca de Laguna de Duero) hasta la Aguilera para honrar a la Virgen María; todo esto en una sola madrugada.
Tras su muerte en 1456, cobró tal importancia que hasta la reina Isabel la Católica visitó su tumba en La Aguilera. 300 años después, el Papa Benedicto XIV decide declararle Santo a Pedro Regalado. En la ciudad la noticia tuvo gran impacto y por eso se decidió nombrarlo patrón de la ciudad.