Hace unos días solicité como Portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Valladolid que el Alcalde Óscar Puente reuniese a todos los grupos políticos para, desde una colaboración leal, buscar soluciones a la crisis de seguridad que sufre nuestra ciudad, especialmente alarmante después de los altercados de las últimas semanas.
Lamentablemente esta es otra de esas cuestiones en las que el Alcalde ni cree necesitar ayuda ni se digna a escuchar opiniones que no sean las de quienes le adulan desde su Corte.
Son esos aduladores los que permiten que el Alcalde viva en una arcadia feliz de espaldas a los vecinos.
El resto, simplemente, vivimos en una ciudad en cuyas calles determinados personajes disparan al aire sus armas de fuego cuando consideran que tienen algo que celebrar, haciendo gala no sólo de un arsenal espeluznante sino de una impunidad asumida y permitida por Óscar Puente.
Porque el resultado de las andanzas de los pistoleros no es un Alcalde reaccionando para proteger la seguridad de los vecinos, sino un Gobierno municipal cobarde que ha decidido que sale más barato perseguir a los policías que acudieron aquella noche que a quienes blandían las armas como si del lejano oeste se tratase.
La calidad de vida en una ciudad tiene como uno de sus principales medidores la seguridad con la que los vecinos pueden recorrer todos y cada uno de los barrios de la misma.
Valladolid hoy sufre una de las mayores crisis de seguridad de los últimos tiempos.
Mientras Puente mira hacia otro lado, los vecinos de Pinar de Jalón tienen que organizar patrullas improvisadas para hacer frente a la oleada de robos que sufren en sus casas.
Mientras Puente dice barbaridades en la televisión para que nadie olvide que sigue siendo el portavoz máximo del “sanchismo”, los servicios de limpieza requieren de escolta policial para hacer su trabajo en según qué zonas de la ciudad.
Mientras el Alcalde se dedica a pensar únicamente en su candidatura electoral, se permite el lujo de rechazar medidas como la planteada por Ciudadanos para luchar contra la okupación ilegal y los narcopisos que ya son una realidad en nuestra ciudad.
Mientras Puente acusa a Ciudadanos de alarmismo, hay vecinos que despiertan con impactos de bala en sus terrazas después de temibles noches de disparos al aire.
Y lo que es peor, mientras nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad llevan a cabo su trabajo con profesionalidad y servicio público, el Alcalde de Valladolid se dedica a amenazar con expedientarles y perseguirles porque en su táctica electoral de negar la realidad no es posible reconocerles el papel fundamental que juegan para proteger a los vecinos. El mundo al revés.
No cabe olvidar eso sí, la siempre predispuesta ayuda del Partido Popular a Puente para esquivar la realidad. Sólo así se entiende que cuando más apoyo necesitaban nuestros policías, la Consejera de Economía de la Junta y flamante candidata designada a dedo por Casado para Valladolid, se pasease por el lugar de los hechos sin referencia alguna a los servidores públicos, blanqueando el discurso cobarde del Alcalde y ofreciéndole una salida limpia hacia un debate que no vaya sobre la seguridad de las familias vallisoletanas sino sobre un cruce de reproches en el barro entre los viejos partidos donde tanto uno como otro se sienten evidentemente más cómodos.
Pero la realidad se impone a la función de teatro. La realidad es el trapicheo en el barrio del 29 de octubre. Las familias que ahorraron para comprar un piso y sufren la okupación ilegal. Los robos en Parquesol, Fuente Berrocal, Covaresa, Pinar de Jalón… Centros educativos en entornos que no son los adecuados para que los niños y jóvenes se formen. La realidad es una Policía Municipal que necesita más medios y más presupuesto.
Los vídeos de sujetos armados disparando como si de un videojuego macabro se tratase son una realidad que hay que confrontar con actuaciones efectivas que garanticen el fin de la impunidad en nuestras calles.
Vuelvo a hacer un llamamiento a Óscar Puente para que la respuesta a la crisis de seguridad que sufre Valladolid sea una respuesta conjunta, legitimada por el apoyo de todos los partidos políticos, que suponga un mensaje claro a quienes quieren alterar la convivencia en nuestros barrios.
Nos jugamos un modelo de ciudad.
Sin guetos donde no impere la ley. Sin disparos. Sin la incertidumbre de temer que tu casa sea asaltada. Con la tranquilidad de que nuestros hijos irán a su colegio por unas calles seguras. Con confianza y apoyo a los servidores públicos. Con protección a la propiedad privada. Sin esquinas que acojan trapicheos y drogas. Sin bandas ni delincuentes.
La seguridad es el pilar sobre el que los vallisoletanos queremos construir y desarrollar nuestros proyectos de vida.
Que la cercanía de las elecciones no sirva de excusa para dejar que determinadas zonas de Valladolid se conviertan en el lejano oeste.