Valladolid aún tiene una tasa de paro muy alta, alrededor de 23.000 personas en la capital no tienen empleo. La pérdida de empresas como Lauki, Dulciora, Lex Nova, Sada, Printolid…, no han hecho más que incrementar ese número de desempleados.
Cada empresa que cierra, desde la más grande hasta la más pequeña, deja tocada la moral de nuestra ciudad y de nuestros vecinos. Basta dar un paseo por el centro o cualquiera de nuestros barrios y polígonos, para darnos cuenta de la cantidad de negocios que tuvieron que bajar la persiana para siempre.
Hemos perdido mucho, sí. Hemos perdido por la crisis, pero también por la falta de planificación de quienes gobernaban y gobiernan nuestra ciudad. No se pueden cometer más errores. Es necesario unirnos para crecer, apoyar a las empresas que siguen en nuestra ciudad, pero también buscar nuevos sectores que garanticen futuro.
Valladolid se merece mucho más. Vivimos en una ciudad acogedora, cómoda y agradable, con una calidad de vida que muchas otras ciudades envidian. Valladolid tiene una gran materia prima que aprovechar y grandes talentos que es necesario valorar, reconocer y apostar por ellos.
Nuestra capital cuenta con una potente industria automovilística, Renault, Michelin, Iveco… generan un gran número de empleos directos pero muchos más indirectos. Una industria que hay que cuidar, sin duda, con todo el apoyo que desde el Ayuntamiento y las distintas instituciones se pueda dar. Pero no podemos conformarnos.
Tenemos otros sectores con un fuerte potencial, y si los atendemos y trabajamos en una planificación con colaboración público-privada, estoy segura de que podrían suponer un futuro para nuestros hijos y nietos, para nuestra ciudad.
Uno de los sectores que consideramos que más puede contribuir a generar actividad económica en Valladolid es la Industria Tecnológico-Sanitaria, en concreto, la investigación y la innovación aplicada a la Oftalmología. Un sector al que no se le ha prestado la suficiente atención, a pesar de que en nuestra ciudad contamos con una de las instituciones más reconocida a nivel nacional e internacional en cuanto a salud visual se refiere: el Instituto Universitario de Oftalmobiología Aplicada (IOBA). Apostar por este sector puede ser una fuente importante de empleo.
En general, es esencial trabajar mano a mano con la Universidad, tanto con la UVA, como con la Miguel de Cervantes, y desde hace poco, también contamos en nuestra ciudad con una delegación de la Universidad Isabel I. Es importante y necesario coordinarse, para que los grados, las carreras y los estudios del presente, sean los empleos del futuro. Y en concreto, trabajar con estrecha vinculación en materia de investigación e innovación, para que nuestras empresas crezcan y abran nuevos horizontes.
Por otro lado, nunca debemos olvidarnos de que Valladolid es tierra de vinos, y como tal, hay que avanzar mano a mano con el resto de la provincia en el sector vitivinícola e invertir en el mismo para que se convierta, aún más, en generador de empleo y riqueza.
Tenemos mucho potencial, ahora lo que nos hace falta son políticos con ganas y voluntad de ayudar y facilitar, en definitiva, con ganas y voluntad de trabajar, por el futuro de Valladolid. Lo que no necesitamos son gobernantes que llamen al boicot a las marcas, como hizo el alcalde, o que suban los impuestos a las empresas sin necesidad, como ha sucedido este año. Esas medidas dan muy mala imagen de nuestra ciudad en cuanto a la atracción de empresas e inversiones en general.
Valladolid no puede esperar, cada año que pasa, más personas se marchan. Se estima que en quince años nuestra provincia contará con 30.000 personas menos. Hay que trabajar para revertirlo.
Y el primer paso es elaborar, de una vez, un Plan de Desarrollo Industrial y Tecnológico, que cuente con todos los agentes económicos y sociales y que vaya estrechamente vinculado a la Universidad. Desgraciadamente el actual equipo de gobierno, nos ha dado la negativa por respuesta, entienden que basta con el trabajo diario.
Pero desde Ciudadanos creemos que ese trabajo diario, tiene que ir acompañado de una planificación a medio y largo plazo, porque los viajes sin un rumbo concreto, ya sabemos cómo terminan.